Su vida en las redes sociales fue una de confrontación y marcada por la ideología anticomunista. Muchos fueron testigos de arrebatos en contra de quienes defendían un pensamiento alejado de sus convicciones, así se granjeó un nombre y una postura.
El pasado 9 de abril, el columnista y bloguero celebraba nueve años de publicar opiniones sobre temas políticos, económicos y de justicia. Un día después, en la zona 9, su cadáver apareció plagado con señales de haber sufrido una muerte violenta.
Amarrado de manos, con señales de asfixia y envuelto en una sábana terminó su vida, quien para algunos era calificado como “una mente privilegiada”. Sus escritos le ganaron muchos adeptos, también le granjearon enemigos, esos que en las redes sociales descalifican ante la imposibilidad de ganar con argumentos.
Aún así, José Daniel Rodríguez no dejó de contar su visión de este pequeño espacio que llamamos Guatemala. Para sus amigos “parecía que encontraba conspiraciones, conclaves ideológicos y amenazas comunistas en cada uno de sus trabajos periodísticos”.
Sus detractores le colocaron motes para denigrarlo y manifestar su desagrado con las publicaciones que hacía el fanático de Swedish House Mafia y Steve Aoki. Le llamaron Cabra Seca y en cada uno de sus tweets y post de Facebook el peyorativo era una constante.
Problemas en casa
Pero, José Daniel tenía un lado oscuro, uno que pocos lograban comprender. El intelectual vivía siempre con problemas financieros y a cada cuanto buscaba ayuda para subsistir.
“Las ultimas veces que lo vi estaba muy desmejorado y su apariencia contrastaba con su nivel profesional”.
José Daniel tenía pocos amigos, más bien sus benefactores se convirtieron en las personas más allegadas a él. “A veces se desaparecía por varios días y luego resurgía sin explicación alguna”.
En el ambiente familiar, la muerte de su mamá zanjeó de forma irreparable las relaciones con sus hermanos. Y fue así como la disputa por una vivienda en San Cristóbal, se convirtió en el foco de sus problemas judiciales.
“Los hermanos lo acusaron de maltratar a su mamá y le denunciaron”. Este hecho le llevó a verse envuelto en un proceso judicial, que casi lo lleva a la cárcel, pero con el apoyo de amistades logró evitarla.
Sin embargo, el pleito familiar continuó. La propiedad de la vivienda se mantuvo en una férrea disputa y la sombra de este proceso se convirtió en tema de las redes sociales, hasta se le tildó de “golpeador de mujeres”.
La pugna legal hizo mella en las finanzas del joven y cada día esto se volvió más evidente. Algunos comentan que “hasta la luz dejó de pagar y en ocasiones no tenía ni para comer”.
Aún así sus publicaciones seguían causando revuelo. Sus opiniones y señalamientos no dejaban de granjearle criticas negativas, pero él siguió con su pasión “escribir”.
Desde el 9 de abril, las publicaciones de José Daniel se detuvieron, el caso se encuentra bajo investigación, pero su muerte es un reto para la justicia guatemalteca. De izquierda o derecha, una vida se apagó de forma violenta y se debe aclarar su deceso.
Hoy, la muerte de José Daniel logró lo impensable, unió a sus detractores y simpatizantes en una voz. Una que no deja de condenar la violencia y saña que vivió el columnista antes de morir.
Como creía el columnista “si me criticas, lo comprendo. Pero si intentas detener mi lucha… pierdes tu tiempo”.
